Historias comunes que se van recogiendo de las caminatas diarias

martes, 26 de mayo de 2009

NOTAS DE LA CIUDAD

Fulano sintió como unas manos iban rebuscando los bolsillos de su casaca hasta dar con su billetera. Sintió el olor alcanforado de sus atacantes, mientras dos manos lo sujetaban contra una pared. Entendió nítidamente aquello de la humillación de los vencidos y se dejó hacer para que todo eso terminara de una vez.


EL ASALTO

Fulano lo sospechó inmediatamente: aquellos tenían toda la facha y la actitud de un par de adictos desesperados. Sin embargo, y como casi todos los homínidos de estas calles, supuso, por unos momentos, que a él no le iba a pasar, aunque todas las evidencias dijeran que sí le iba a pasar. Como precaución, simplemente decidió apresurar el paso y abrirse un poco hacia la izquierda. Ese día, el sopor del verano era agobiante y la luminosidad solar reverberaba pegajosa y cegadora en los vidrios de algunos viejos autos y de los edificios - de los pocos que por allí tenían vidrios - . Fulano, miró a su alrededor como para medir sus posibilidades de escape. Su gesto no pudo ser más elocuente. Palideció. Había caído en una de esas calles de Lima en donde todo estaba dispuesto para el asalto: paredones extensos que cercaban depósitos, sólo algunas puertas completamente cerradas, basurales que semejaban pequeños montículos rumorosos de moscas.
Fulano entendió que el asunto era más grave de lo que había supuesto cuando notó que dos de los caminantes que iban delante de él - percatados de los salteadores-habían decidido cambiar de vereda. Ya es muy tarde, para mí, debió pensar. Por lo tanto decidió seguir su destino y esperar, si la suerte estaba de su parte, que aquellos fumones lo ignoraran por esas cosas raras que a veces tiene la suerte. Cuando ya estaban a unos metros de él, Fulano pudo verlos a plenitud y se dio cuenta de que ellos también lo habían visto y medido. Todavía pudo haber brincado a la calzada y cruzar a la otra calle evadiéndolos por unos momentos; sin embargo, como que se fascinó con aquellos individuos que se le acercaban.
Era la primera vez que los veía con tanta atención y tan cerca: fantasmales, arruinados, embrutecidos. Vio que uno de ellos – al parecer el menos deteriorado - se fue adelantando. Todo estaba consumado. Ese mediodía de febrero, en las inmediaciones de la tercera cuadra del jirón Huanuco , él, fulano, iba a ser un individuo más en la incierta lista de gente maltratada por un robo. Masculló una maldición.
- Tío, – le dijo entonces el tipo que se había adelantado a su cómplice. Tenía los ojos azules y un gorro sucio de capitán de barco, como en las películas; la barba oxidada y sucia – un favorcito.
Fulano quiso ignorar aquella llamada, pero una mano firme ya lo había detenido. Miró entonces con terror que el otro individuo: más bajo, los ojos inyectados, y más sucio, también se había acercado. De pronto, ambos, lo tenían flanqueado definitivamente.
- ¿Eres sordo, tío? – le reclamó el del gorro de capitán – uno te habla educadamente, pero nada.
- ¿Qué quieren? – dijo Fulano, mal ocultando su miedo.
- Una ayudita para el combo, tío, nada más.
Luego, Fulano sintió como unas manos iban rebuscando los bolsillos de su casaca hasta dar con su billetera. Sintió el olor alcanforado de sus atacantes, mientras dos manos lo sujetaban contra una pared. Entendió nítidamente aquello de la humillación de los vencidos y se dejó hacer para que todo eso terminara de una vez. Vio cómo desaparecía el reloj de su muñeca y cómo sus bolsillos era esculcados desesperadamente. En algún momento de esa interminable espera, algo en su mirada indicó que había calculado las posibilidades de una rebelión, sin embargo, fue apenas una luz rápida que se aniquiló ante la contundencia de la verdad.
Cuando los facinerosos terminaron su labor, Fulano parecía estar totalmente cansado. Miró a los individuos y luego miró la larga y desolada calle. ¿Y ahora?. Entonces fue cuando escuchó la frase que terminó por confundirlo en ese medio día de su infortunio.
- Oye, déjale para su pasaje – dijo el de gorro marinero.
Fulano nunca estuvo seguro si lo que dijo a continuación fue una sorna (impropia de alguien arruinado por las drogas) o las palabras inconscientes de un remordimiento, también extraño. Lo cierto es que, antes de irse, el de los ojos azules le dijo, tan cerca que percibió su aliento a licor barato:
- Vete rápido, tío. Por aquí asaltan siempre.

3 comentarios:

→[«JAC»] dijo...

me parece xevre tu blog.
estaba navegando por la web a ver q encontraba y me tope con tu blog qe esta bravazo.
la ultima entrada me hace recordar cuando tambien me asaltaron y me yego porque sientes una impotenciaaaa. prefiero qe me pidan dinero a qe me agarren y me busqen todo los bolsillos.
a. si. estoy creando mi blog y me gustaria sber q opinas. aca te dejo el link y si puedes lo revisas y me puedes decir que falta o como va
http://paginasdeunnovato.blogspot.com/.
xevre aora si ablaaaamos
y tambien para las personas qe lean este coment.
enriquezcan mi blog ps

Luna Desideria dijo...

muy cierto a mi tambien me recuerda a cuando me robaron y lloré , no lloré porqué me habían robado sino porque no había nada que le diera solución a eso, y recordaba que de pequeños nos decían: llorando no se van a arreglar las cosas; y pensé claro si lloro no recuperaré nada pero aguantándome las ganas menos, así que lloré desconsoladamente.

Quintín Coronado dijo...

Hola. Creo que Ud. ha sido mi profesor en la academia. Recuerdoo sus clases de Lengua. Espero no equivocarme. Interesante su blog. Ojalá pueda darse una vuelta por el mío (laordendelosquintin.blogspot.com).
Un abrazo.

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Mi foto
Narrador por vocación, periodista ocasional. Ejerce la docencia en Lengua, Literatura y Redacción Básica y Superior. Ha publicado libros de cuentos como "Epistolario de Javier" (2006), “Lima a tientas“(2012) y "Cuentos de la ciudad" (2014). Además de otros académicos como el libro sobre gramática "La magia de las palabras" (2004), "Ortografía para todos" (2007), “Ortografía breve, escritura fácil” (2013). Colaborador para revistas y periódicos. Ha desarrollado talleres de Creación Literaria para el Museo de Bellas Artes de Lima, Asociación Peruana de Investigación Social. Asimismo, fue miembro de la Comisión Organizadora del Primer Encuentro de Escritores Peruanos en Madrid, España. Actualmente es director de “Punto y Coma Consultores”. Ha sido premiado en concursos como "Las mil palabras" de la revista Caretas y en el concurso "Julio Ramón Ribeyro" de Lima y los Juegos Florales de la UTC.